yudo total r. ortega
Yudo para todas las edades
Este esquema resume la estructura de nuestro método de enseñanza para todas las edades y contempla el ámbito educativo y recreativo en todas las edades del deportista y el ámbito de la alta competición, así como la interrelación entre ambos.
Nuestro método de enseñanza y sus elementos básicos
En Banzai, con más de 50 años de experiencia, hemos reunido el conocimiento de las principales escuelas y métodos de yudo y los de otras escuelas de artes marciales para enseñar en todas nuestras clases el yudo en su totalidad, de forma moderna y eficaz.
El resultado es el Método Yudo Total R. Ortega, en el que puedes profundizar en las pestañas de abajo, a través del relato escrito en primera persona por el maestro Rafael Ortega.
A lo largo de mi profesión (Profesor de Yudo), he buscado aplicar los principios del yudo, es decir, máxima eficacia y mínimo esfuerzo.
Esto me condujo progresivamente a aplicar algo tan lógico como natural, que es dar mayor calidad a mis enseñanzas y así fue como llegué a algo tan simple como eficaz y estudiado hoy día en los programas de educación física: la enseñanza por “Multiniveles”.
Son muchos los profesores que están utilizando este sistema en sus clases, con grandes resultados.
Uno de los problemas que dificulta al profesor en la enseñanza en una clase de yudo infantil es el tener reunidos en un tatami de club o colegio a muchos niñ@s de diferentes edades, teniendo que atender a todos, con la gran responsabilidad que implica dar una clase segura, divertida y técnicamente adecuada a cada edad.
Por ejemplo, en una clase típica, donde niños de 5 a 14 años están reunidos el mismo día (porque no hay otra solución), el profesor, a primera vista, tiene como referencia la estatura de cada uno, o quizás el color del cinturón, pero, en realidad, ni una cosa ni la otra son pedagógicamente adecuadas, porque tenemos que respetar el proceso evolutivo de los niñ@s.
Para solucionar, en parte, esta dificultad, aplicamos el sistema que en Educación Física se denomina “clase multinivel” y lo adaptamos al yudo, distinguiendo los grupos de edades por colores para mejorar la eficacia en el resultado final.
En la práctica, esto se realiza poniendo en las hombreras del yudogui unas bandas del color correspondiente, de 4cm x 15cm, desde el comienzo de la solapa en los hombros hacia las mangas, de manera que, tanto al profesor, como el resto de los alumnos, tienen sobre el tatami una identificación visual e inmediata de la edad de cada uno.
Somos los creadores de las bandas de colores en los hombros, para diferenciar, las edades de forma inmediata, así como su escuela de enseñanzas.
Una vez agrupados por colores de bandas, se puede impartir los programas preparados para cada etapa, logrando que cada niñ@ esté en el sitio exacto que le corresponde y así poder asimilar mejor nuestras enseñanzas, según las capacidades físicas y psicológicas de cada grupo de edad.
Con esta facilidad de tener nuestros alumnos en su grupo, podemos hacer el Yudo más seguro y eficaz, no solamente en juegos, programas técnicos y randoris, sino también en la competición y facilita el trabajo del profesor para las explicaciones técnicas, los juegos y el rendimiento exigible a cada grupo y promueve la responsabilidad mutua entre los alumnos.
En cada clase se anima a los alumnos con unas reglas de competición especiales, basadas en la seguridad, la responsabilidad mutua y la perfección de las técnicas, buscando siempre más estímulos, diarios, semanales, trimestrales, semestrales y anuales, tanto para el alumno como para el profesor.
Pulsar aquí para ver los documentos de interés sobre el Yudo para niños.
Cuando el yudo llega a Europa y realmente interesa a los Ingleses y Franceses es por su eficacia en la defensa personal, son muchos los combates que se realizan con otros luchadores de muy diversas escuelas, lo que hoy día se llama “vale todo” etc.…
Y es con el maestro Kawashi con quien los franceses aprenden yudo defensa personal y se van pasando poco a poco al yudo deportivo.
Podríamos extendernos mucho más sobre los detalles de la creación del yudo actual en Inglaterra, Francia y, como no, en nuestro país, España.
Aquí el yudo tiene dos pioneros reconocidos, uno en Barcelona el maestro Henri Birbaum grandísimo yudoka y el cinturón negro nº2 en su país, alumno directo del maestro Kawashi y fiel seguidor de su método. La otra ciudad es Madrid, con el maestro Alfredo San Bartolomé, venido de sur América y creador de la escuela Bushidokwai y seguidor del método Kodokan.
Uno de sus alumnos, Fernando Franco de Sarabia se preocupa de estudiar su método y, no satisfecho con lo aprendido, viaja frecuentemente a Francia para estudiar con el propio sensei Kawashi su sistema.
El maestro Fernando Franco abre la escuela Samurai y desde un comienzo enseña el método Kawashi, es decir, primero defensa personal y luego yudo deportivo, con un éxito enorme, hasta el punto de que llega a ser el primer club de España, con los más celebres y conocidos personajes de todo tipo en aquella época, que son muchos.
El maestro Kawashi escribe un libro que con el paso de los años se vuelve el mejor libro de defensa personal de yudo editado hasta la actualidad, pues no deja un solo detalle sin explicar. Podemos ver la tapa del mismo y la dedicatoria que le hace al maestro Fernando Franco y que me regaló como recuerdo suyo.
La defensa en la calle es mucho más corta y rápida que lo que hoy día se nos propone, con un sinfín de escuelas creadas por profesores que, de forma muy espectacular quieren captar alumnos, pero la defensa realizada con técnicas de yudo es, como la propia agresión, muy breve, eficaz y contundente.
Del mismo modo, el propio libro del Kodokan nos enseña los distintos atemis (golpes) que se puedan realizar.
En la carta del primer discurso que dio el maestro Jigoro Kano en California (USA), en 1932, presentando el yudo al mundo occidental, podemos leer cómo insiste sobre la importancia de conocer la parte de defensa fuera del tatami.
Pues en Banzai es con esta base y 50 años de experiencia, hemos reunido estos conocimientos así como de otras muchas escuelas de arte marciales para en todas nuestras clases enseñar el yudo en su totalidad, de forma moderna y eficaz.
Para poder explicar mi disposición por el ne-waza (Lucha en Suelo) y porque lo enseño desde siempre, tengo que referirme a mi primer profesor, Charles Cassoni, del que guardo buenos recuerdos y le estoy muy agradecido por haber sido capaz de hacerme amar el yudo. Creo que no le estaré nunca lo bastante agradecido.
Durante mi primer año de práctica, él me enseño, básicamente, las técnicas y la lucha en suelo, hasta el punto de que en mi primera competición me ganaron fácilmente en pie, además, con gran sorpresa para mí al ver qué bien hacían todos los demás el trabajo de Tachi-waza (Lucha en Pie).
Claro está que esta experiencia fue para mí extraordinaria, porque quedé alucinado de la cantidad de cosas que se podía hacer en pie, pero hubo un sempai cuyo nombre no olvido, Cristian Macaux, que me recordó que, si yo llegaba a ser perfecto en pie, no tenía que aprender suelo; pero, si no marcaba directamente Ippon en pie, sería necesario completar la jugada en suelo.
Esto me animó mucho y seguí de forma entusiasmada el estudio del ne-waza. La verdad es con los años descubrí la razón por la que en mi club, todos los alumnos eran expertos en suelo. Esto era gracias al maestro Robert Muratore (fundador de mi club en Francia y pionero del yudo en Mallorca), quien tenía gran fama en el sur de Francia por ser uno de los mejores competidores en ne-waza.
Así pasaron mis primeros años de aprendizaje y mis entrenamientos tenían -y tienen- un grandísimo porcentaje de estudio técnico y de randori en suelo.
Con el paso del tiempo, cuando me hago cargo del gimnasio Samurái, en 1966, sigo entrenando suelo con gran dedicación. Así, en el año 1970, José Luis de Frutos (q.e.p.d.) se viene conmigo para entrenar bajo mis órdenes y formamos un grupo extraordinario con él, Rafael Hernando y Josele Campo, que tenía apenas 12 años, pero una madurez de adulto.
De forma que, cuando entrenábamos todas las mañanas después de la preparación técnica, nos poníamos a hacer randori de suelo (durante una hora mínimo) con tal energía que nos volvimos verdaderos especialistas en suelo.
Para mi gran satisfacción, después de dejar de competir, a pesar mío, José Luis De Frutos (q.e.p.d.) cogió mi relevo y se volvió el mejor yudoca en suelo de su época, hasta el punto de que, cuando preparábamos los Juegos Olímpicos de Montreal en sus estancias de preparación en Japón, los entrenadores Japoneses le invitaban para quedarse con el equipo japonés para hacer suelo con los más pesados, y les podía a todos ellos… fue verdaderamente fantástico.
Después de la retirada de la competición de José Luis de Frutos, de forma privada y sin ninguna ayuda por parte de la federación de entonces, invité a España al maestro Antón Geesink (q.e.p.d.) que para mí era la persona más apropiada para que los profesores y competidores conocieran al yudoca que hizo llorar a Japón.
Con su ayuda elaboramos un programa técnico de suelo, un trabajo hecho con seriedad, en el que cada maestro, según su criterio, destacó aquellos detalles que consideró que tenían más trascendencia.
Hoy día, siguiendo ese programa técnico y con la experiencia de los años, lo enseñamos a nuestros alumnos de forma eficaz. En mi programa de suelo enseño desde las distintas posiciones reales que ocurren durante un combate y, a partir de esas situaciones, se realizan las técnicas de osae-komi-waza (inmovilizaciones), Shime-waza (estrangulaciones) y Kansetsu-waza (luxaciones), siendo la lucha en suelo uno de los aspectos que más hemos -y seguimos- cuidando.
Y desde luego, mis alumnos lo aplican en el ámbito de la alta competición: Carlos Jodra, varias veces campeón de España senior en la categoría de 100kg, alumno desde los 7 años, perfeccionó su ne-waza hasta el punto de que sus técnicas especiales giraban alrededor de Sankaku-gatame, ganando con una eficacia extraordinaria a sus adversarios.
Ernesto Pérez conoció a Carlos Jodra entrenando en el equipo nacional y fue tal su admiración por el trabajo de Carlos que Ernesto empezó a entrenar con nosotros 6 meses antes de su medalla Olímpica y, con la gran destreza que le caracterizaba, perfeccionó bajo mi dirección técnica una forma de volcar a los adversarios a cuatro patas o boca abajo, que le hizo ganar muchos combates en su carrera deportiva.
En la actualidad, lamentablemente, el reglamento actual de competición no sabe cómo hacer para que el trabajo en suelo sea interesante para el público y, a la vez, no rompa la filosofía de yudo positivo.
Como en otras ocasiones, en este caso me atrevo a proponer: que la posición de un competidor boca abajo o cuatro patas, defendiendo nada más, fuera sancionada con shido. De ese modo, se vería obligado a cambiar su posición, pasando al ataque y realizando su trabajo siempre ofensivo.
Esto, en mi opinión, simplemente daría mucha más vida al ne-waza en competición y facilitaría la labor de los árbitros.
El Tachi-waza (Lucha en Suelo) es para mí la primera dificultad del yudoca, es decir, lo que primeramente ocurre entre dos personas que practican yudo, ya sea competitivo o recreativo.
Siendo cinturón naranja, asistí a una competición, donde participaron, mi profesor, Charles Cassoni y su maestro, Robert Muratore. Ambos, después de ganar varios combates, perdieron y no llegaron a los puestos finales.
Mi desconocimiento de la competición a esos niveles (tenía, entonces, 14 años), me produjo una gran duda y cómo no, curiosidad y le pregunté a mi maestro por qué, si Robert Muratore, que era tan bueno en suelo, perdió su combate ante un adversario mucho más joven (campeón de Francia universitario).
Me dio la siguiente contestación, “para ganar en suelo lo primero es proyectar al adversario”. Y así ocurrió: Robert Muratore fue proyectado por su oponente de uchi-mata (Ippon).
Esta anécdota cambio mi forma de plantearme los combates en yudo, así que me puse a trabajar doblemente en pie para poder proyectar a mis oponentes por Ippon y, si no lo lograba, poder seguir en suelo.
Recordando campeones desde los años 61 hasta la fecha, sólo puedo citar unos pocos que, con sus técnicas de pie, no practicaron suelo durante un cierto tiempo Inokuma con su tai-otoshi y su seoe-nage. Fuji con su morote seoe nage. Yamashita con su uchi-mata, o-uchi-gari y o-soto gari y, más recientes, los fantásticos Koga e Inoue.
Con el paso del tiempo y con el estudio férreo al que eran sometidos por parte de sus adversarios, terminaron dominando el ne-waza tan bien como el tachi-waza. Este yudo total lo dominaron siempre y de forma natural grandísimos campeones como Antón Geesink, Okano, Yamashita, Adams, Kasiwasaki y otros pocos.
A partir de este razonamiento, me puse a practicar miles de uchikomis diarios, teniendo al principio como referente a Isao Okano, quien por su estilo me parecía el más apropiado para mí.
1º– Ko-uchi-gari fue de las técnicas de Okano con las que más me identifiqué, pues era la que me permitía proyectar con más eficacia a aquellos que no caían como mis otros tokuis-waza.
2º– Más tarde me apasionó el maestro Fukami, en unas series de estancia con el equipo nacional, con su tai-otoshi, con el que proyectaba a todos los yudocas en los entrenamientos.
Un año después, en el CAR de Paris, tuve la suerte de practicar con un yudoca de otra galaxia, Matsuda, de 60kg, campeón del mundo de menos de 63kg y recién llegado de Japón para entrenar a los yudocas franceses el equipo nacional.
Tuve la suerte de caerle bien a través de una anécdota muy simpática y que no fue otra que marcarle, creo yo, uno de los pocos ippones que le hicieron en Francia, pues al invitarle y verme como él y con menos peso, se relajó de tal manera que logré proyectarle con seoe nage. Se levantó con una gran sonrisa (no era para menos) y me preguntó mi nombre, que no olvido durante los quince días que entrené con ellos y me marcaba tantas veces como quería y, además, siempre en el primer randori (pienso que le servía de calentamiento).
Pero lo que más me fascinó fue una competición en línea que realizó contra diez campeones de Francia y Europa, sin límite de peso y marcarles, uno tras otro, Ippon de uchi-mata. Para mí, posiblemente uno de los mejores uchi-mata que he visto en campeonato, en más de 50 años de yudo.
Cuando llegué a Madrid en diciembre de 1967 pesaba 57kg, fui contratado por Fernando Franco de Sarabia (q.e.p.d.) como profesor de yudo en su gimnasio Samurái. Aparte de las clases, entrenaba con Roland Burger (110 kg), quien fue mi maestro durante un tiempo y Fidel Julián (120kg), campeón de España de pesos pesados, buen amigo y compañero del mismo club.
Fue una época en la que maduré como adulto, en confianza, firmeza y endurecimiento físico y mental, pues el entrenamiento de entonces consistía en randori de suelo con cualquiera de los dos hasta que se cansaban de marcarme todo tipo de ippones, luego unos cientos de uchikomis y, de nuevo, randori en pie.
Así, todos los días, durante un par de horas, me daban palizas de suelo y de pie. Aprendí a poner en práctica el sentido de la supervivencia, luego empecé, poco a poco, a crear dificultades a mis dos oponentes y terminé por enfrentarme a ellos, de tú a tú, con mis armas; es decir, la velocidad para defender y atacar, el ritmo para desbordar y la condición física para agotarlos.
Esto hizo que durante toda mi época de competición participara en las competiciones de todas las categorías (open) que se celebraban en nuestro país: Durante seis años consecutivos obtuve medalla en el campeonato de España todas categorías. En Bilbao gané a todos los campeones de España de las categorías superiores a la mía. Hasta que por razones extradeportivas me sancionaron y tuve que retirarme de la competición con 23 años.
Esto me obligó a dedicarme sólo a la enseñanza, y fue cuando decidí estudiar cómo se entrenaba en los países más avanzados y, como siempre, intentado prepararme a tope.
Han sido muchos años de investigación, de formación de muchas campeonas y campeones, de asistir a los mejores estajes de yudo que se celebraban en Europa, con los mejores y más famosos maestros, como, Courtine, Pariset, Levanier, Glan, Fukami, Awazu, Michigami, Abe, Yamamoto, Leberre, Glahn y muchos más franceses, alemanes, ingleses, cubanos, coreanos y japoneses y holandeses.
De todos ellos aprendí mucho, ne-waza, tachi-waza, katas, pero mi inquietud y mis deseos de saber más me hicieron organizar con la ayuda de Rolando Sáenz de la Peña, extraordinario yudoca, los primeros estages internacionales en nuestro país, contratando a maestros de distintos países y medallas olímpicas, durante los años 1970 a 1974.
Gracias a la ayuda de Rober Muratore, pude traer a España, de forma privada, al maestro Antón Geesink (q.e.p.d.), totalmente desconocido hasta ese momento por los profesores españoles. Con la ayuda de José Luis De Frutos (q.e.p.d.), los tres formamos un equipo único. Nos enseñó a ver el yudo como un deporte en evolución, donde la planificación de las clases y la responsabilidad de tori sobre uke era indispensable para el progreso mutuo. Di a conocer a este gran maestro al yudo español. Sin duda, es para mí, después del maestro Jigoro Kano, uno de los yudocas más importantes de la historia del yudo mundial.
Estas experiencias me han hecho ver el yudo hasta hoy día como algo muy real, donde un yudoka con sus técnicas bien perfeccionadas puede vencer a cualquier otro, aunque la diferencia de peso sea mayor.
La ciencia, los métodos modernos de entrenamientos, la alimentación, la psicopedagoga, la sicología, hacen que los campeones de hoy puedan aprovechar mucho mejor sus esfuerzos y lograr antes sus éxitos.
Siempre esta parte del yudo estuvo muy unida a mis comienzos, primero por la obligación de conocer los katas que se han y se sigue exigiendo para los exámenes de grados. Recuerdo mis múltiples viajes en los años 1970 hasta Burdeos para recibir clases magistrales del maestro Michigami, acompañando al maestro Roland Burger, cuando preparaba su examen de 6º dan y tenía que conocer el Koshiki no kata. Fui su uke en todos sus entrenamientos y en el examen que realizó. Luego seguí perseverando en los otros katas oficiales del Kodokan.
Más tarde he buscado más aún y me he encontrado con los mal llamados katas olvidados: con mis buenos alumnos Sandra Ortega, mi hija, Félix del Valle y Samuel Moreno, hemos logrado realizar tres de ellos, y estamos desde hace muchos años trabajando en su perfeccionamiento.
Así ha nacido una nueva generación de especialistas en katas, donde están a la cabeza mis alumnos del Judo Felanixt, Toni Obrador, Pedro Marcos, Toni y Miquel Ángel Vicens y que, gracias la dedicación del maestro Joan Obrador, han logrado grandes triunfos a nivel nacional e internacional.
Hoy día somos unos de los clubes más importantes en katas de nuestro país, donde por primera vez en el campeonato de Oviedo 2014, participaron dos mujeres: Gloria y Raquel Garrosa, en Kime no kata.